Entre lo natural y lo artificial se disputa una guerra constante en la que muchas veces ha salido triunfante la mano del hombre con el poder tecnológico y arquitectónico sobre la tierra, pero tras el paso de los tiempos se va viendo resurgir la verdadera vencedora, la madre tierra que con sus capas de vida va ahogando los artificios contaminantes y con su fuerza natural va recuperando poco a poco el lugar que le corresponde y le fue arrebatado. Ejemplo de ello es el Jardín Botánico, un espacio de carácter "natural" pero siempre controlado y manipulado para el beneficio turístico y de esparcimiento, es así como encontramos allí viaductos, alcantarillados, cables eléctricos, sistemas de riego que se incrustan y violan el follaje, módulos escultóricos y arquitecturas muertas que van siendo absorbidas por capas delicadas y bellas de vida natural que se van apropiando de estos elementos y los toma como soporte de expresión y modo de resurgimiento para posicionarse y recordarnos el poder de la vida que esta bajo el cemento.
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